La sensibilidad hace la diferencia: Beber, degustar y catar


¿Por qué es bueno saber la diferencia?

No es muy complicado aprender a catar un vino, es mucho más sencillo de lo que parece. Pero debemos saber cuál es la diferencia entre el simple acto de beber y el hecho de catar un producto. Por eso, en esta nota, le damos las principales claves.

Es muy lindo saber cuál vino nos gusta más que otro, y no depender de nadie ni de ninguna recomendación al momento de tener que elegir uno. Además, sabemos ya perfectamente que los gustos son muy particulares y subjetivos, variando de una persona a otra, y hasta de un momento al otro en una misma persona, ya sea en lo hedónico como en lo analítico, porque no todos los individuos poseen la misma sensibilidad ante los estímulos.

Pero no debemos confundir entre beber y catar. Si bien entre ambos hay unas pequeñas diferencias, son en realidad los grandes conceptos a tener en cuenta que marcan la brecha que divide un verdadero análisis personal del vino, con un acto cotidiano y autómata. Y es sólo cuestión de tiempo y práctica para que catar se transforme en algo natural y no esforzado, llegando a niveles de detalle cada vez más profundos.

Factores a tener en cuenta

Entonces pasemos ahora a describir a qué factores necesitamos prestarles atención. Para beber un vino o lo que fuese, uno puede servirse en un recipiente, llevarlo a la boca, tragarlo, y «santas pascuas», a otra cosa. O no. Y aquí empieza el asunto. Supongamos que vamos a catar un vino tinto. Lo primero que tenemos que saber, es que debe servirse en torno a los 17 o 18 grados. Seguramente lo vamos a sentir freso en nuestra boca, ya que nuestro cuerpo funciona al doble de esa temperatura.

Lo segundo es la copa: no debe estar sucia o poseer restos de otras bebidas, ni tampoco tener olores extraños que se confundan con el vino. Y un detalle importante, es que justamente, debe ser una copa, ya que allí se puede hacer un análisis mucho más puntual que en un vaso o en otro objeto. Para este fin, los clásicos copones de vino que hay en la mayoría de las casas cumplen una función perfecta, no necesitándose nada más al respecto.

La botella se descorcha en el momento, y el vino debe ir derecho de la botella a la copa, sin pasar por un decantador ni ninguno de esos inventos circenses. Servido con cuidado hasta el Ecuador de la copa, y con los clásicos movimientos circulares y el correr de los minutos, el vino irá entregando todo lo que posee, capa tras capa de aromas y sabores. Aquí es vital saber que la copa debe ser agarrada por el tallo, para no calentar el vino con la temperatura de nuestra mano.

En el caso de las mujeres, es importante no utilizar lápiz labial, para no modificar el gusto del vino, y cuanto menos perfumes haya en el ambiente dando vueltas, mejor. Y este es un punto relevante: el lugar donde se realice la cata debe ser cómodo, estar a una temperatura adecuada e iluminado correctamente, ya que tanto la incomodidad como el frío, el calor o la ausencia de luz, van a deformar la experiencia.

El estado de ánimo

Debemos prestar especial atención a nuestro estado de ánimo. Si estamos cansados, de mal humor, preocupados, o con más ganas de irnos que de quedarnos, hay altas chances que el vino no nos guste. También, se debe evitar fumar, tomar café o ingerir alimentos grasos y picantes por lo menos una hora antes. De todos los factores anteriores, el tabaco es sin dudas el que más opaca o deforma las cualidades del vino.

Si se van a catar más de un vino, es altamente recomendable beber un sorbo de agua sin gas entre uno y otro, para así «limpiar» la boca de los restos del vino anterior. También se pueden comer galletas neutras, pero esto no es algo que se encuentre muy a menudo en todas las casas de familia. Y siguiendo con el caso de que se trate de más de un vino, considerando que estamos haciendo algo de lo cual disfrutamos, obviamente el vino no se debe escupir. De hecho el vino nunca se debería escupir, ya que nunca está tan cerca del bulbo olfativo como en su paso por la garganta. Pero es cierto que aquellos que se dedican a catar muchas muestras por día, si no lo escupiesen terminarían ebrios.

Y hablando de todo un poco… eso de catar decenas de muestras por día y ponerle un puntaje de 0 a 100 a los vinos…válgame Dios. Pero en fin, nosotros se supone que lo vamos a hacer para nuestro placer y para aprender a apreciar que todos los vinos son diferentes, que el vino no huele sólo a vino, y que nos vamos a ir dando cuenta, poquito a poco, de todas las sensaciones y placeres que se hallan dentro de una botella, esperando a ser disfrutados.

Por todo esto ¡Qué sea sangre!   

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